La parte del pollo que casi todos le dan a sus perros, pero que puede afectar gravemente su salud

Muchos acostumbran dársela de comer a sus perritos sin saber que podrían causarle problemas de salud.
La relación entre nuestros amigos caninos y su alimentación siempre genera dudas. Entre las más frecuentes encontramos si alguna parte del pollo es adecuada para su consumo. Muchos dueños, con la mejor intención, ofrecen restos a sus mascotas sin conocer los riesgos potenciales que implican.
Los peligros ocultos de los huesos de pollo
Los huesos de pollo esconden riesgos que muchos desconocen. Estos elementos, aparentemente inofensivos, pueden convertirse en amenazas serias para la salud de los lomitos. El principal problema radica en su estructura y consistencia tras ser sometidos a procesos térmicos.
Cuando los huesos se cocinan, pierden agua y colágeno. Esta transformación los vuelve extremadamente frágiles y propensos a astillarse. Dichas astillas, con bordes afilados, pueden provocar perforaciones en el aparato digestivo del animal. Desde el esófago hasta los intestinos, ninguna parte queda exenta de peligro.
Y el riesgo no termina ahí. Incluso si el perro logra masticar estos huesos, las pequeñas esquirlas podrían ocasionar daños internos graves. Por lo tanto, nunca debemos darles huesos cocinados a nuestros amigos peludos bajo ninguna circunstancia.
Crudos vs. cocinados: Una diferencia crucial
Existe una marcada diferencia entre ambos tipos de huesos de pollo. Por un lado, los crudos mantienen su flexibilidad natural. Esta característica los hace menos propensos a romperse en fragmentos peligrosos durante la masticación.
Los huesos crudos contienen nutrientes esenciales como calcio y fósforo. Estos minerales contribuyen positivamente a la salud ósea y dental del animal. Sin embargo, antes de ofrecerlos, deben congelarse durante al menos tres días para eliminar posibles parásitos.
Por otro lado, los huesos cocinados representan un peligro inminente. El proceso de cocción altera significativamente su estructura. Como resultado, se vuelven quebradizos y altamente peligrosos para el sistema digestivo canino.

Imagen: Panchos Kitchen
Partes del pollo seguras para tu mascota
No todas las partes del pollo conllevan el mismo nivel de riesgo. Los huesos carnosos crudos pueden darse bajo ciertas condiciones y siguiendo pautas específicas de seguridad.
Entre las opciones más seguras se encuentran:
- Pescuezos de pollo crudos, ideales para perros pequeños y medianos. Te recomendamos este video
- Alitas enteras sin cocinar, siempre bajo supervisión constante.
- Contramuslos con abundante carne adherida al hueso.
- Carcasas crudas para ejemplares de mayor tamaño.
Resulta fundamental considerar siempre el tamaño del perro en relación con el hueso. Un hueso demasiado pequeño podría provocar asfixia. Mientras tanto, uno excesivamente grande podría causar daños dentales si el animal intenta triturarlo con demasiada fuerza.
Alternativas saludables para tu perro
Ante los riesgos mencionados, muchos dueños prefieren buscar opciones más seguras. Existen numerosas alternativas que proporcionan beneficios similares sin poner en peligro la salud de nuestras mascotas.
Los juguetes masticables específicos para perros son una excelente opción. Estos productos están diseñados considerando la seguridad del animal. Además, ayudan a satisfacer su instinto natural de masticación de manera controlada.
Las zanahorias crudas y manzanas sin semillas constituyen también alternativas naturales. Estos alimentos proporcionan fibra y nutrientes sin los riesgos asociados a los huesos del pollo. Asimismo, ayudan a mantener la higiene dental del animal de forma segura.

Imagen: Mis animales
Qué hacer ante una emergencia
Pese a todas las precauciones, pueden surgir situaciones de emergencia. Si sospechas que tu perro ha ingerido huesos de pollo cocinados o muestra signos de malestar tras consumir cualquier tipo de hueso, actúa rápidamente.
Los síntomas de alerta incluyen:
- Vómitos persistentes o con sangre.
- Dificultad para defecar o heces con sangre.
- Dolor abdominal evidente.
- Falta de apetito prolongada.
- Babeo excesivo o comportamiento inusual.
Ante cualquiera de estos síntomas, contacta inmediatamente con tu veterinario. El tiempo de respuesta resulta crucial en estos casos. No intentes remedios caseros sin aprobación profesional que podrían empeorar la situación actual del animal.
Ahora ya sabes cuál parte del pollo puede representar un riesgo para tu perro
La alimentación de nuestras mascotas requiere conocimiento y responsabilidad. Los huesos de pollo, especialmente los cocinados, representan un peligro real que no debemos subestimar bajo ninguna circunstancia.
Si decides entregarle alguna parte del pollo a tu compañero canino, opta siempre por huesos carnosos crudos, y asegúrate de supervisar constantemente al animal durante la masticación. Recuerda que su salud y bienestar dependen directamente de nuestras decisiones informadas.